Estamos enraizadas en el lenguaje, casadas, nuestro ser son palabras. El lenguaje es también un lugar de combate. El combate de los oprimidos respecto al lenguaje para recuperarnos a nosotras mismas —para rescribir, reconciliar, renovar—. Nuestras palabras no carecen de importancia. Son un acto —de resistencia—. El lenguaje es también un lugar de combate.