El pasado sigue vivo de manera a veces dramática. Una democracia debe pelear por la verdad histórica: revisar el pasado es una virtud de la historiografía, aunque haya una forma de revisionismo culpable, la que olvida con quién estaba la razón en 1936. Este libro se propone volver sin anteojeras sobre la actividad intelectual y cultural de los años treinta y cuarenta, pero atiende sobre todo a las reacciones de importantes escritores del período ante la propagación del virus fascista. En España surgen intelectuales fascistas, que pierden el nervio ideológico desde finales de los cuarenta, y cambian de ideas mucho más tarde, cuando sus jóvenes cachorros empiezan a construir una resistencia silenciosa, mientras subsiste la memoria de la tradición liberal. Y con ella, en los años cuarenta y cincuenta, se reanudará una ley de modernidad que el franquismo había obstruido. La razón moderna y la fe en la cordura habían resistido silenciosamente bajo la chatarra fascista de los primeros quince años de posguerra. Y aunque la actualidad las oculte, ingrata o descuidadamente, allí están, afirma el autor, las raíces del presente XXXII Premio Anagrama de Ensayo.