Los humanos, en tanto que seres vivos, solo disfrutamos de posesiones precarias. En ocasiones, únicamente su duración puede diferenciar dos relaciones o dos encuentros. Hay caras que nos acompañan a lo largo de toda la vida y otras que brillan un solo instante; una noche, una semana, un año. Caras que tememos dejar escapar y otras de las que nos desembarazamos con alivio. En cualquier caso, siempre que la analizo retrospectivamente, me veo obligado a concluir que la vida es un pésimo negocio.