Durante la Cruzada Libertadora que da fin a la dominación extranjera sobre el territorio uruguayo, la apasionada relación entre Natalia Robledo y Luis María Berón entra en crisis. En el campamento, el destino hace que el expedicionario se cruce con la hermosa Jacinta Lunarejo, una criolla soldadera, arquetipo de mujer indómita, por quien siente de inmediato una atracción irrefrenable.
En «Grito de gloria» (1893), Acevedo Díaz cuenta el desembarco de los «treinta y tres orientales» en la playa de Agraciada y las victorias contra las tropas brasileñas en Rincón y Sarandí.
Continuación inmediata de «Nativa» (1890), esta novela es la tercera de la tetralogía iniciada con «Ismael» (1888), que tendrá su desenlace en «Lanza y sable» (1914).
Eduardo Acevedo Díaz (1851–1921), primer gran exponente de la novela histórica uruguaya, nació en Villa de la Unión, Montevideo. La lucha por los ideales políticos hizo que abandonara sus estudios de abogacía y, más tarde, debiera partir al exilio. Desde entonces, ejerció funciones diplomáticas en diversas capitales europeas y latinoamericanas como Buenos Aires, ciudad en la que residía al momento de su muerte. Sus novelas son consideradas documentos literarios en el estudio de la gesta independentista. Uno de los sillones de la Academia Nacional de Letras del Uruguay rinde homenaje a su obra.