relación que existe entre Marx y sus predecesores, en lo que respecta a la teoría del plusvalor, es la misma que media entre Lavoisier, por un lado, y Priestley y Scheele, por el otro. La existencia de la parte de valor del producto que ahora denominamos plusvalor fue establecida mucho antes de Marx; asimismo se había enunciado, con mayor o menor claridad, de qué se compone, a saber, el producto del trabajo por el cual quien se lo apropia no ha pagado equivalente alguno. Pero no se pasaba de ahí. Unos –los economistas burgueses clásicos– a lo sumo investigaron la proporción cuantitativa según la cual el producto del trabajo se distribuye entre el obrero y el poseedor de los medios de producción. Otros –los socialistas– encontraban injusta esa distribución y buscaban medios utópicos con los que corregir la injusticia. Pero tanto unos como otros seguían imbuidos de las categorías económicas preexistentes, tal como las habían encontrado. Entonces apareció Marx, y precisamente en antítesis directa con todos sus predecesores. Allí donde estos veían una solución, él veía solamente un problema. Vio que lo que tenía ante sí no era aire desflogistizado ni aire ígneo, sino oxígeno; que no se trataba ni de la simple comprobación de un hecho económico corriente, ni del conflicto de este hecho con la justicia eterna y la verdadera moral, sino de un hecho que estaba llamado a trastocar toda la economía y que ofrecía –a quien supiera interpretarlo– la clave para comprender toda la producción capitalista. Basándose en ese hecho, investigó todas las categorías, tal como Lavoisier había investigado de la mano del oxígeno todas las categorías preexistentes de la química flogística[8].
Explicación de dónde nace el concepto de Plusvalía