El cerebro necesita identificar esas fuerzas (en el trabajo, en la familia, en la sociedad) y aprender a monitorearlas para que su intensidad no nos afecte, o lo haga con el menor impacto posible.
Aún cuando se trate de hechos importantes, la victimización es siempre el peor camino porque el pensamiento negativo afecta el sistema nervioso y reduce las defensas del organismo en su conjunto, lo cual puede enfermarnos.