Hay una suerte de colonialismo intrahistórico que lleva a tratar de entender las culturas prehispánicas desde «fuera», es decir, desde la modernidad occidental. Es más fácil que un arqueólogo francés, ruso, alemán o norteamericano aprenda maya a que lo haga un mexicano. Curiosamente, las lenguas muertas adquieren un prestigio cultural que no tienen las que se siguen hablando en una comunidad desfavorecida. Aprender griego clásico significa que te adentrarás en un pasado ilustre. En cambio, el maya es una lengua conflictiva, mal hablada en la mayoría de los casos, con muchas ramas.