Mis antecesores arrojaron su propia lengua para aceptar otra —dijo Stephen—. Permitieron ser sometidos por un puñado de extranjeros. ¿Y te imaginas tú que voy a pagar con mi propia vida y persona las deudas que ellos contrajeron? ¿Por qué?
—Por nuestra libertad —contestó Davin.
—No ha habido ni un hombre honrado y sincero que os haya sacrificado su vida, su juventud y sus afecciones, desde los días de Tone a los de Parnell, sin que le hayáis vendido al enemigo o abandonado en la necesidad o traicionado y dejado por otro. Y ahora me invitas a que sea uno de los vuestros. Antes que eso, que os lleve el diablo a todos vosotros