Este primer volumen dedicado a Platón (427–347 a.C.) incluye, junto con el segundo, los diálogos iniciales, los llamados de juventud o «socráticos», en los que la hondísima impresión que le produjo Sócrates (al que conoció teniendo dieciocho años, momento en que vivió su «conversión» a la filosofía) se manifiesta en una constante presencia del maestro, tratado con una admiración indisimulada y con afán vindicador tanto de su persona como de sus ideas y principios.