«Nicolás lleva más tiempo muerto que vivo, pero esa proporción se invierte en mis escritos, donde regresa una y otra vez, sin cesar, porque lxs muertxs también se resisten a quedarse quietxs, fijxs, muerto[s] de una vez por todas, como diría Derrida, y cobran vida en los umbrales porosos de nuestras existencias, de nuestras des-memorias y de nuestras palabras». Las notas reunidas en Dar (el) duelo hacen propia la premisa de Derrida para narrar la vida de lxs muertxs, y más puntualmente, la vida de Nicolás, hermano mayor de lx autorx, quien irrumpe en las páginas desde su omnipresente ausencia y su presencia fantasmática, y es el comienzo de una irremediable reflexión acerca de las muertes que hacen a nuestras vidas.