«El arte de narrar puede consistir en replegar las velas de la lógica y dar lugar al habla desquiciada. Cuando eso ocurre, el narrador se queda en un paréntesis y observa el poema que lo rodea como un paisaje que siempre estuvo ahí. El horizonte no está a la vista porque el patio solo mira al cielo. El narrador y el poeta tensan la lengua y disparan. En el paréntesis del patio habita tanta gente como en una sola cabeza: el loco astuto, el loco veterano, el loco anónimo, el loco rubio y el loco de la muleta rota. Del otro lado de la conciencia y las pastillas deambulan también el doctor nube, la enfermera y el celador. Hay que aprender “a distinguir los locos de los locos”, murmura el veterano. Una tripulación alucinada que levanta vuelo y monta una escena para guiñol. (El poeta astuto arma hemistiquios como mitades de uno adonde van a dar las cosas.) Andrés Neuman ha escrito un libro que se cuela con gracia y sensibilidad en el delirio del hospicio, un espacio acotado en el que no hay necesidad de aclaraciones porque 'hay cosas que se aplastan si se explican', y donde las fronteras son convenciones que se ablandan: 'afuera canta un grillo como loco / adentro picotea la cordura'. Un poemario que deja al descubierto los desvaríos de la razón” Gabriela Franco.