televisión! reclama el loco anónimo
(el narrador acuerda no darle ningún nombre)
¡tele! ¡televisión!
y frente a la pantalla reflejándose
hay cincuenta o sesenta caras más
esperando que alguien se la prenda
(el narrador tendría ese don a distancia
si esto fuera un poema en verso limpio
y no un patio de escombros
con sol y mierda y gente)
la luz de la ventana brinca corre
se vuelca en la pantalla como en una pecera
y por un solo instante (¡escarabajo!)
las caras de los locos resplandecen