Los admiradores de Rich reconocerán la compleja simbiosis entre la activista y la creadora del nuevo lenguaje, cada una impulsando y provocando las palabras de la otra.
Adrienne Rich se asume testigo de lo que ella ve y busca cambiar, ese su rescate, ese su aporte con el fin de destruir una ideología fundamentada en la violencia, en el poder que minimiza y denigra, enfrentando lo terrible con esperanza, con una poesía que sirve de antídoto a la complacencia, al dejar pasar. En este libro escribe, no ya desde una voz en singular; ella crea un teatro de voces donde todas participan como ecos de un movimiento espiritual y sicológico, eco que requiere del movimiento interior que las mueva a actuar. Su obra no deja de ser esencial para todo aquél que se precia, que se salva, que busca estar siempre en un necesario movimiento interior.