"La introducción de batería que empieza por sorpresa y al galope, con un ansia que asusta (...) a la batería de sus pasos marciales se suma el percutir sordo del contrabajo, igualmente apresurado (...) La batería disminuye la intensidad (...) pero no aligera el ritmo (...) Unos dedos inquietos arañan las cuerdas de la guitarra y desparraman notas alrededor, como un diluvio chispeante y punzante que hace vibrar los cristales de los balcones y ventanas y escaparates (...) el piano se une al alboroto, anunciando el desenlace agudo como un grito de alerta, desesperado e inútil (...) y ahora el saxo entra impetuosamente rasgando el sonido para agregarse a la precipitación vesánica de batería, contrabajo, piano y guitarra en un Magníficat de tiros, sangre y muerte."
Así, de manera trepidante y armónica es como empieza esta segunda entrega de crímenes y jazz, un “Giant Steps” de John Coltrane bestial, en dónde regresa el intuitivo y virtuoso saxofonista: Óscar Bruch, saxo en un grupo de jazz de la Barcelona contemporánea que lleva el nombre de un libro: El signo de los cuatro.
"—Lástima que en esta banda solo admitimos a músicos con nombre que empiece por O. Yo soy María de la O, este es Óscar, este es Ovidi, este es Pepín Orango… —se volvió hacia Jordi Cerdaña—. Y ese es el Oscuro, siempre le llamamos el Oscuro."
Óscar y su grupo se trasladan a Gijón para tocar en el festival literario Semana Negra dónde se dan cita personajes como Paco Ignacio Taibo y Paco Camarasa, es más, hasta aparece Paula Pulido, la verdadera Petra Delicado. La mesa está servida, los elementos en orden, la identidad de Óscar se verá confundida con la de un asesino y emprenderá el tan aclamado viaje a Ítaca que todos debemos emprender ¿Será?.
"(...) aquí tenemos la guitarra de JC, y el constante contrabajo de Pepín, y la contundente batería de Ovidi, y el piano magistral y la voz perezosa y sensual de O, y mi saxo que se esfuerza en darles el contrapunto y la razón (...)"