Victoria sueña

Empezó a entender que lo que creía ver no era más que un teatro de sombras

Si Victoria tenía amigos, estos llevaban katana de samurái, pelucas empolvadas

Victoria tenía amigos, estos llevaban katana de samurái, pelucas empolvadas, o cruzaban el Amazonas con la cara pintada

Victoria estaba por encima de todo aquello. Ella prefería cazar animales salvajes en libertad junto a un criado masái, un botones y un cocinero, en las colinas de Kenia. Los miraba directamente a los ojos, a pocos metros, escondida entre la hierba, a punto de caer la tarde

Tenía la impresión de que una multitud de personajes estaban bajando de su biblioteca en rapel para sembrar el caos. Victoria quería saber lo que le pasaba. ¿Tenía relación con los libros que estaban desapareciendo de su habitación? ¿Estaban colándose aquellas páginas en su vida

preguntó por qué en clase de Inglés no se leían historias de detectives que husmeaban en cobertizos en busca de un asesino loco, o las confesiones de una viuda de veinte años a la orilla del mar, o historias de huérfanos, de reyes, de perros tocando el piano en los bares, de pilotos de guerra durante el bombardeo de Londres

Nadie está obligado a creer lo que sigue. Estamos siempre en nuestro derecho de no creer lo que está escrito en los libros

Manupadec llevaban tres años trabajando en un paté en tubo que iba a revolucionar el mundo de los patés

Sin embargo, valoraba por primera vez la belleza de algunas cosas cotidianas, de aquello que formaba parte de su vida: la forma redonda de una lágrima de su padre cayendo sobre una página de un libro, la fragilidad, la incertidumbre de lo que sucedería al día siguiente, la mano de Jo apoyada discretamente sobre la suya.

Si Victoria tenía amigos, estos llevaban katana de samurái, pelucas empolvadas, o cruzaban el Amazonas con la cara pintada. Si tenía amigos, eran capaces de atravesar las paredes y las páginas de los libros, salían por la tarde de su armario y se llamaban Foster, que es como se llama el elefante con tupé que se escapó de un circo, o Juana, la pequeña bailarina española que recorría Rusia.