Si Victoria tenía amigos, estos llevaban katana de samurái, pelucas empolvadas, o cruzaban el Amazonas con la cara pintada. Si tenía amigos, eran capaces de atravesar las paredes y las páginas de los libros, salían por la tarde de su armario y se llamaban Foster, que es como se llama el elefante con tupé que se escapó de un circo, o Juana, la pequeña bailarina española que recorría Rusia.