En 1872 Carlos de Borbón y Austria-Este, llamado Carlos VII por sus adeptos, entró en España para ponerse al frente de las partidas sublevadas contra el rey Amadeo de Saboya, dando inicio a la tercera guerra carlista. Aunque la incursión fue un fracaso, la proclamación de la Primera República en 1873 dio alas a sus partidarios y el conflicto se extendió por todo el norte de la península; no concluyó hasta 1876 con la victoria de las tropas del nuevo rey Alfonso XII. Valle-Inclán, de familia carlista y durante muchos años defensor de «la Causa», dedicó a ella entre 1908 y 1910 tres novelas breves ̶ Los cruzados de la causa, El resplandor de la guerra y Gerifaltes de antaño ̶ y dos relatos ̶ Una tertulia de antaño y La corte de Estella ¬̶ donde quiso representar la guerra en toda su complejidad, partiendo del protagonismo del pueblo. Con una formidable documentación, mezcló personajes históricos y ficticios que, a veces «lobos», a veces «niños», destilan «la ingenua y bárbara fragancia de un cantar de gesta»: guerrilleros fanáticos o cautos, militares leales o indolentes, nobles en decadencia, mendigos heroicos… El curso de la guerra, irreductible a una línea cronológica convencional, se refleja a través de una narrativa que ensaya una nueva y moderna ̶ casi vanguardista ̶ forma épica, basada en lo múltiple y fragmentario y ajena a toda conclusión. Leído hoy, el ciclo de La guerra carlista, que aquí presentamos en una nueva edición a cargo de Ignacio Echevarría, resulta revelador porque ofrece además un cuadro histórico de la España tradicionalista que llega a nuestros días.