stos métodos nos muestran cómo podríamos obtener más información a partir de una imagen de dimensión inferior. Pero puede ser que lo que de verdad necesitemos es menos información. A veces ni siquiera nos preocupamos de las tres dimensiones. Por ejemplo, algo puede ser tan fino en la tercera dimensión que en esta dirección no pasa nada interesante: aunque la tinta que impregna este papel es realmente tridimensional, no perdemos nada si la consideramos bidimensional. A menos que observemos la página bajo la lente de un microscopio, sencillamente carecemos de la resolución necesaria para ver el espesor de la tinta. Un alambre parece unidimensional, aunque al examinarlo más atentamente veamos que tiene una sección y que, en definitiva, es también tridimensional.