El bosque del fin del mundo, que Morris escribe como un acto de rebelión contra la deshumanización consiguiente a la revolución industrial, recrea una bucólica y romántica visión (no exenta de divertidas aventuras) de los añorados tiempos medievales. En esta novela, el heroe Walter el Dorado, queda obsesionado por una profunda e incomprensible visión, en pos de la cual abandona el mundo conocido para vivir sorprendentes y apasionantes aventuras en otra tierra lejana e inidentificable, plena de sorpresas, inquietante y mágica.