Marx pudo sostener que la propiedad de los medios de producción determinaba las relaciones sociales en buena parte porque, cuando él lo escribía, las finanzas y la inversión eclipsaban a todas las demás fuerzas de la sociedad, al tiempo que la clase militar –exhausta tras las guerras napoleónicas, y desanimada por la derrota de sus intereses en Rusia en 1825 y en Francia en 1830– se encontraba con la autoestima por los suelos.