ama de casa que yo mantengo a raya dentro de mí, relegada a un rincón circunscrito a la razón, en ella es algo declarado, agresivo, caótico, cargado de recursos, penetrante. La aparente irracionalidad que le hace poner la cocina patas arriba incluso para las cosas más simples —pasta a la mantequilla, por ejemplo— responde a una lógica férrea, a un sentirse ocupada e indispensable, que resuena en mí con ecos amenazantes.