Amo a Ocean Vuong y la traducción de Elisa Díaz Castelo es maravillosa ♥️✨
Muy buena traducción de Elisa Díaz Castelo.
Escribir desde el pasado, desde la raíces que nos han conformado, desde la sonoridad, el dolor, la suerte, el miedo. Una escritura que es capaz de transformarse, de la cual puede sentirse el desgarramiento, el deslumbramiento, la brillantez. Ocean Vuong (Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 1988) escribió, en Cielo nocturno con heridas de fuego (Vaso Roto) –años antes de que volara cabezas en 2019 con el lanzamiento de En la tierra somos fugazmente grandiosos bajo el sello de Anagrama– lo que podría tomarse como prueba de la condensación, como la declaración sobria, sentida y sincera de saberse lejano, de alguna manera, a la tierra que dio vida. Cuatro vertientes importantes que van dando sentido y soltura a los poemas que conforman el libro, como si esos cuatro pilares sostuvieran lo que al final resulta en la muestra de la relación estrecha que se tiene con el dolor y los recuerdos: la muerte de su padre, su homosexualidad, la relación que lleva con su madre y la guerra de Vietnam, que fue el conflicto que hizo a su familia huir de casa. Todo eso que nos construye, que nos ha dado razones. Aquello que nos hace ser, con un grado mayor de responsabilidad, de la manera en que somos hoy, con todo y aquello que, quizás, cuesta nombrar porque en el lenguaje oral que hemos traído cargando simple y sencillamente no existen palabras para darle sentido, para nombrarnos. Pero después llega el momento, tal como escribe Vuong: "Extraño, eco palpable, aquí está mi mano, llena de sangre delgada como el llanto de una viuda. Estoy listo. Listo para ser cada uno de los animales que dejas atrás."
(Opinión publicada originalmente en Revista Purgante)