El barco encerrado en paredes líquidas. ¡Mira! dice él, ¡ahora lo veo! Salta de arriba abajo. Besa el dorso de mi muñeca mientras se aferra al timón. Se ríe pero sus ojos lo traicionan. Se ríe aunque sabe que ha arruinado todo lo que es hermoso sólo para probar que la belleza no puede cambiarlo. Y he aquí el meollo: hay un corcho en lugar de un atardecer. Siempre estuvo ahí. Hay un barco hecho de palillos y resistol. Hay un barco en una botella de vino sobre el mantel en una fiesta de Navidad. El ponche se derrama de los vasos rojos desechables. Pero de cualquier forma seguimos navegando. Seguimos parados en la proa. Una pareja de novios de pastel encerrados en vidrio. El agua ahora tan quieta. El agua como aire, como horas. Todo el mundo grita o canta y él no sabe distinguir si la canción es para él –o para los cuartos en llamas que confundió con la infancia. Todos bailan mientras un hombre y una mujer diminutos permanecen atrapados dentro de una botella verde pensando que alguien les espera al final de sus vidas para decir ¡Oye! No tenías que haber venido tan lejos. ¿Por qué viniste tan lejos? Justo cuando un bate de béisbol destroza el mundo.