a cualquier otra cosa —rehúsa las ocupaciones superfluas y los pensamientos y propósitos inútiles—.[3] Así como la insensatez no está nunca satisfecha, por más que se le conceda todo lo que desee, la sabiduría se contenta con lo presente, nunca se disgusta consigo misma.[4] Epicuro exime al sabio de prever el porvenir y de preocuparse por él.[5