«En este libro hay una buena parte de mi vida hecha, deshecha, reconstruida, como un gran puzzle. Irremediablemente faltan piezas, fragmentos. Hay espacios vacíos. Estoy segura de que alguno de ellos encierra en su oquedad un recuerdo intolerable que he tachado sin saberlo, que no merece el precio del recuerdo. Al final del viaje, cerca del puerto definitivo que se adivina entre la niebla, la memoria trabaja. El recuerdo reconstruye lo que fue real, adivina lo que aparece sumido en la oscuridad. Nos devuelve, en secuencias brillantes o brumosas, la vida recobrada. He tenido una hija. He plantado un árbol, un haya purpúrea que mide ya doce metros, en mi jardín de Cantabria. Y he escrito algunos libros… »