Sé tú mismo

Era responsable de la seguridad de mis amigos y también de su enriquecimiento cultural.

Solo el futuro puede darnos la clave de la interpretación del pasado

Sería una celebración de los comienzos, más que una crónica de las caídas en picado, un homenaje al primer sorbo, más que a todos los mareos que siguieron. Sería un relato de amor y deber, no solo de ira y odio, y estaría cuajado de sueños, y del recuerdo de haber mirado al futuro, y de las ganas de volver a soñar. Sería aburrido porque solo habría que estar ahí. Sería poesía y no historia

Echaba de menos la sensación de haber sabido exactamente qué decir una vez. De escribir una serie de frases perfectas

qué es la historia? ¿Te ves en ella? ¿Dónde encontraste tus modelos para estar en el mundo? ¿Cómo aprendiste acerca del amor, el honor, la piedad, el orgullo, la compasión y el sacrificio? Buscaba momentos clave. Quizá una sensación, una actitud ante la vida, una preferencia por ciertos timbres de risa, la manera de ladear la cabeza al prestar atención —todas las cualidades imperceptibles que se heredaban de los padres—. La forma y tamaño de mis sueños

cómo me había convertido en la persona que estaba sentada frente a ella ese día.

Mi amigo ha muerto y yo sigo triste.

Me daba miedo preguntárselo a alguien más, porque, desde hacía tiempo, era el único que me había quedado atrás, forjándome una nueva imagen a partir de mi dolor

Cuando somos jóvenes, hacemos muchísimas cosas esperando que se fijen en nosotros. Nuestra manera de vestir o nuestra postura, la forma de poner la música al volumen suficiente para llamar la atención de otra persona que quizá conozca una canción. Y, además, hay cosas que hacemos cuando salimos al mundo, el mundo real lleno de adultos extraños, para explorar qué significa ser generosos o considerados

Lo que pasa, pasa sin más, e idealizar todo lo que no ha sucedido nos lleva a otro lugar: no a la historia, sino a la fe. No nos ayuda a comprender el futuro, sino solo nuestro vínculo con el pasado