«Después de sus primeros escarceos sexuales, Isabela viaja, conoce, prueba un mundo que se abre en posibilidades. Sin embargo, la raigambre cultural no la abandona, la persigue. Su cuerpo es para la culpa. Su cuerpo juzgado, deseado, menospreciado. Su cuerpo que pareciera ser una entidad aparte de ella. Un satélite. Un cascarón que no le pertenece. En la lejanía, en la soledad y el acceso a la cultura, Isabela intenta calibrarse con su propia carne y despojarse en ese acto del discurso patriarcal que la gobierna. Segunda virginidad es una novela ágil, valiente y necesaria. Su mensaje es libertario, radical». | Iván B. Rojo