cualquier manera, siempre es bueno leer los textos que defienden posiciones políticas diametralmente opuestas a las nuestras. En primer lugar, porque al hacerlo aprendemos a ser menos sectarios, más radicales, más abiertos; en segundo lugar, porque acabamos por descubrir que no sólo aprendemos con lo que es diferente de nosotros sino hasta con lo que es nuestro contrario.