En circunstancias prácticamente indescriptibles, me encontraba en medio de espacios desprovistos de cielo, de tierra, suelos, techos o paredes; estaba encorvado o aprisionado dentro de una sustancia desconocida, como si mi cuerpo estuviera enraizado en una pieza parcialmente muerta, inmóvil e informe; o bien, como si yo fuera ella, desprovisto de cuerpo, rodeado por unas manchas rosa pálido, al principio indescifrables, suspendidas en un centro de propiedades ópticas distintas a las del aire; había que acercarse para poder ver las cosas, incluso entonces demasiado grandes y sobrenaturales: en aquellos sueños, mi entorno más inmediato superaba en concreción y materialidad las experiencias de la realidad.