Óscar Castro vivió una infancia dura, atravesada por la pobreza y el abandono del padre, y durante su corta vida conoció la precariedad familiar y personal. Esta novela, en sus dos secciones, presenta dos despertares de Roberto Lagos, un niño rancagüino de diez años: el sexual en el espacio de un prostíbulo, y el intelectual, en la biblioteca y luego en el colegio. Es entonces por definición una novela de formación: el argumento se centra en el crecimiento de un personaje a partir de sus experiencias, todo con un lenguaje poético y sutil, una novela memorable.