Es decir, vas a sensar estas señales interoceptivas poniéndole nombre a eso que sentís y nada más. Una suerte de etiquetado. Cuando etiquetás una señal interoceptiva, no solo la “sentís más”, sino que después te será más fácil regularla. Sin esta autorregulación atenta, puede suceder que algunas de las sensaciones sean muy abrumadoras para vos, o que interpretes mal de dónde vienen y cuál es la información contenida en esa señal. En efecto, la ciencia demuestra que el solo hecho de ponerle un nombre a eso que estás sintiendo o sensando tiene un profundo efecto en tu sistema nervioso que se manifiesta en la inmediata disminución de la respuesta de estrés de tu cuerpo.