Un sonrojo me invadió las mejillas y me bajó por el cuello.
Ren me rodeó la nuca con la mano.
—Te quiero, Ivy. Me pareces increíblemente guapa y sexy. Eres divertida, y tan lista que a veces no me siento digno de ti.
—Ren —susurré, con los ojos anegados en lágrimas, mientras colocaba una mano sobre su pecho.
—Y te admiro muchísimo, joder —prosiguió Ren, con voz más ronca—. Eres muchas cosas alucinantes, Ivy; pero, sobre todo, eres muy valiente.
«Valiente».
Esa palabra de nuevo.
Una palabra que significaba muchísimo para mí. Además, sabía que Ren tenía razón. Él estaba orgulloso de mí; pero, lo que era aún mejor, yo estaba orgullosa de mí misma…, de lo que habría estado dispuesta a hacer y de lo que había hecho.