En ese instante, Adriana sintió que era a ella a la que se le iba el aire, y se le dificultó articular palabra. Esta era la pregunta que todo padre teme, porque la respuesta exige, por un lado, un grado de honestidad tremendo, ante un problema que no siempre se desea encarar y, por otro, desnuda la privacidad de una familia ante un completo extraño. Sin