Érase que se era un huevo puro,
un huevo niño, cándido, inocente,
al que le dio, ya siendo adolescente,
por ser un huevo de carácter duro.
Y para hacerse firme, audaz, maduro,
se dio un baño de tina en agua hirviente,
mas quebróse al entrar, y de repente
nuestro huevo encontróse en grave apuro.
“Derrame yemular, traigan más plasma”,
dijo el galeno, “inyéctenlo de nuevo”,
mas oh dolor, no le salvó la vida:
Le dio fiebre amarilla, flemas, asma
le dio todo, y al fin el pobre huevo
murió de enfermedad desconoSIDA.