Se abatieron sobre mí las adversidades. El concilio de Laodicea, el sínodo de Soissons, el concilio germánico, resueltos a ganarme la contienda, reconocieron como nombres auténticos de ángeles sólo aquellos mencionados en las Escrituras, los cuales son únicamente tres, a saber, los de Gabriel, Rafael y Miguel, y en consecuencia sentenciaron que los demás eran apelativos de demonios, entre ellos el mío, Urielo, el cual cancelaron del conciliábulo de los cuatro mayores, y pusieron a encabezar el índice de los malditos, seguido por los de Ragüelo, Jubuelo, Jonia, Adimus, Tubuas, Sabaot, Simiel, Jejodielo, Sealtielo y Baraquielo.