En nuestra función docente van implícitas responsabilidades colectivas que traspasan los límites físicos del aula y que se proyectan hacia la sociedad donde vive nuestro alumnado. Y, además, en nuestra función como docentes de historia, una de esas responsabilidades, y no pequeña, supone dotar al alumnado de la capacidad de pensamiento crítico para valorar en su justa medida los hechos ya acontecidos y poder tomar decisiones de futuro que ayuden a resolverlos. Afrontar los pasados controversiales y traumáticos desde la enseñanza de la historia es precisamente el propósito de esta obra que tenemos ante nosotros. Pero, no piense el lector, que se nos va a ofrecer aquí una “receta” educativa que funcione en todas las aulas, ante todos los estudiantes y en todos los casos. Los temas de historia reciente suponen amplias áreas de controversia −es decir, pueden ser estudiados desde múltiples puntos de vista− y, al mismo tiempo, se convierten en asuntos traumáticos para la sociedad que los ha vivido, por lo que el aspecto emocional y cercano tiene una amplia carga a la hora de enfrentarse a los problemas del pasado reciente [Juan Ramón Moreno-Vera].