«Aún lloviznaba cuando Raúl Sánchez Pitto, de 78 años, salió a la calle y empezó a caminar por Güemes usando como bastón el paraguas. Su aspecto recordaba a esos personajes de las novelas de Agatha Christie: bigote y barba en candado, anteojos, sombrero de invierno, bufanda que parcialmente ocultaba el cuello y la corbata, impermeable a la moda de los años 30. Al llegar a la Avenida Santa Fe se dirigió hasta la esquina de Julián Álvarez y, ahí se detuvo, como esperando a alguien.»