Tres maneras de decir adiós

somos una ecuación imposible, nunca debimos encontrarnos, pero aquí estamos, frente a un café, dejando pasar la tarde.

me ha vuelto a llamar, ni yo a ella, como si estuviéramos molestas por la noche de los pájaros, como si algo se hubiera enquistado y latiera.

Escribo en mi cuaderno con esta prosa desnuda.

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones.

El hombre al que amé.

Pienso en lo que se siembra, en lo que crece, en lo que muere.

En lo que se va.

engullimos las calorías que necesitamos para el resto de nuestra existencia

Según las leyes de la dieta sana, debe de estar muerto hace años porque no prueba la verdura,

Leo en desorden, subrayo, tomo notas, escribo mi vida sin ti.

cuando todo se derrumba, las rutinas ayuda

del dolor, es cruel reprocharle a un muerto lo que ya no puede enmendar. Pero tú no querías ser padre. ¿Qué me reclamas? No te acerques, no te sientes junto al niño, no lo mires con tristeza. Él es el huérfano, yo la viuda, tú el que se marchó. Lo decidiste así, no se puede tener todo. ¿Eres el que libra las grandes batallas o el que protege a los suyos? ¿El generoso con la gran historia, o el guardián de tu casa? No te esperaré tejiendo. Y deja de poner esa cara