mpecé a pensar en mis cuatro hijas. Ninguna practica religión alguna. Yo pensaba que eso se lo transmitiría su madre, como hizo la mía conmigo, pero LaNelle trabajaba mucho: solo tenía tiempo para cocinar, lavar, llevar y traer cosas de acá para allá y estar siempre agobiada. Las niñas crecieron viendo televisión por cable y vídeos todas las noches, y de ahí les vino su visión del mundo, y ese es el motivo por el que cuatro chicas de pelo rubio sucio y mentón retraído del distrito de St. Helena acabaron pensando que vivían en una telenovela de Hollywood.