Usando con precisión un vasto registro de lenguajes,
entre el coloquial y el erudito, Rufer urde lo narrado en tramas ensayísticas,
retomando un linaje sobresaliente de la literatura argentina, iniciado por
Sarmiento. El efecto que se produce es una expansión de la experiencia de lectura, como si un sutil ingenio abriese la tapa del piano en pleno concierto,
dejando a la vista el mecanismo. La música, lejos de interrumpirse, resuena más
límpida. Los relatos de este libro traen mucho más. El uso literario de las
citas crea un continuum en el que –como quería Borges— realidad y ficción son indiscernibles. Las narraciones entablan también diálogos con otros autores,
que conforman aquí un panteón particular: allí están Calvino, Rulfo, García
Márquez, Felisberto Hernández. En La raíz de los helechos Mario Rufer apuesta,
en la buena compañía de Conrad, a que “quizá queda todavía en el mundo algo de qué escribir”. Este libro es una evidencia de ello.