Ayer por la noche dejé de trabajar un rato y estuve viendo la televisión. Apenas unos minutos más tarde, ya me había llevado el portátil al sofá. Fui a buscarlo, pero juraría que de tener patas de insecto, ave o mamífero, el portátil habría venido solo. Noto que la querencia es mutua. Siento que me busca, que se comporta como un gato empalagoso que no tolera que lo dejen solo y que, habiendo manos en la habituación, no desperdicia la oportunidad de que puedan tocarle la panza. Lo instalé conmigo entre cojines y piernas y retomé algunas tareas. Ya sabe, responder mensajes, organizar archivos, actualizar programas, leer, planificar..