Llame a la señorita Stevens, por favor. Jan ¿puedes venir? No, nada malo. Seguro. Trae los mangos. Eso es. Estoy de guardia.
Podía ver unas cuantas estrellas a través de las cortinas. Hacía dos semanas que era médico interno: las dos semanas más largas de mis veinticinco años, la culminación de todo, de la escuela secundaria y la universidad. ¡Cómo había soñado con ello! En aquel momento,