En los cuentos que integran ¡Oh hermoso mundo!, Galindo juega con el presente, el pasado y el futuro, y en la ambigüedad del momento creado, unida al delirio, la somnolencia o el deseo de los protagonistas, hace participar al lector de la enajenación del hombre moderno, de sus frustraciones y de su soledad, pero también de su búsqueda infatigable de felicidad a través de la amistad o del amor.