El membrillo de Estambul

La guerra, decía Max, es muy extraña:
la gente se reúne más aún
que en los insulsos tiempos de la paz».

la Federación en aquellos tiempos
era un despreocupado pandemonio,
y el corazón de aquella barahúnda,
sin dudarlo, latía en Sarajevo.

Hubo quien se alegró, sintiendo envidia
de la belleza pura de los dos,
en especial mujeres incapaces
de competir con el porte elegante
y la mirada seductora de ella.

Vuk Stojanović, el prometido
de la bellísima Masha Dizdarević,7
la tercera de un clan de cinco hembras,
en un cuarto del vigésimo piso
del hotel Bristol, a orillas del río,
mató en una pelea furibunda
a una mujer de cabellos

Latino, donde el
archiduque Francisco Fernando
pereció asesinado en el 14.
Max acudía a menudo a aquel lugar,
subía por senderos empinados
hasta la colina a escuchar las voces
que escandían las tardes en el valle;
pero sólo entonces, por vez primera,
él, que tenía apellido de monte,6
sintió nítidamente perceptible
dentro del cuenco de aquel aire helado

Vio la nieve, chimeneas con humo,
y en cada espacio libre tumbas nuevas
que descendían al bazar de Baščaršija;

, Max, era tan sólo buba švava,5
un pobre escarabajo de Alemania,
recordando que alguien le había dicho
que švavi, es decir «suabos», llamaban
allí a los soldados alemanes
que como escarabajos descendieron
en el cuarenta y uno a Yugoslavia.

la necesaria paz, que Sarajevo
era tan sólo una mujer inerme
entre unos machos sedientos de estupro.
La vio esplendente en medio de la noche
vestida con librea azul invierno,
olfateó su acre olor a lúpulo,
a haya, a carne al grill, a panes turcos,

pensó en las palabras de su padre,
que siempre le decía que evitase
aquellos montes llenos de asechanzas.

«Alentad a aquellos que desean
abrir una ventana en vuestra mente,
preservad con cuidado las palabras
en lo profundo de una hermosa arca
como antaño, con frutos de membrillo,
y por un año entero vuestros paños
exhalarán fragantes las ideas».
(Versión de Las avispas de ARISTÓFANES)