A nadie gusta que le llamen idiota. Sin embargo, lo que el sociólogo Iñaki Martínez de Albeniz defiende aquí es que, una vez cocinado convenientemente el término, solo desde ese tipo de subjetividad y desde su capacidad de abismarse ante lo que ve, tiene la gastronomía la posibilidad de estar a la altura del complejo mundo que habita y de los retos que debe enfrentar en el futuro.
Este es un breve ensayo de gastronomía expandida. Una gastronomía que, para poder calibrar su verdadero impacto, tiene que salir del plato y de los prodigios culinarios que ha obrado durante estas últimas décadas, y trascender la abrumadora visibilidad —no solo mediática— que ha adquirido. Como fenómeno, debe observarse a sí mismo como lo haría un idiota, prestando atención a sus dimensiones menos obvias, esas que se esconden en los umbrales, en las zonas de penumbra.