La hora de clase. Por una erótica de la enseñanza

La ilusión de una «senda corta» hacia el éxito personal

reactivar las dimensiones vitales de la escucha y de la palabra, revivir deseos, proyectos, impulsos,

trabajo de los profesores se ha convertido en una labor de frontera:

el goce de la lectura, de la escritura, de la cultura, de la acción colectiva, del trabajo, del amor, del erotismo, del encuentro, del juego.

hacer existir un goce más fuerte, más potente, más grande que el que se consigue perversamente con el consumo inmediato y la adicción compulsiva a la presencia del objeto

La Escuela es una institución que encarna un punto de resistencia ética a la cultura perversa del «¿por qué no?», que priva de todo sentido a la renuncia y al aplazamiento de la satisfacción pulsional.

sublimación tiene como condición de fondo el vaciado del objeto, su pérdida:

debe haber vaciamiento, desprendimiento, desconexión, negativa al goce inmediato del objeto.

resistencia de la Escuela consiste hoy en sustentar el valor traumático de la Ley de la palabra en una época en la que la única obligación que parece existir es la del goce en sí mismo, del goce como única forma posible de la Ley.

Escuela ha dejado de ser una institución disciplinaria, para convertirse en una institución de resistencia a la indisciplina del hiperhedonismo acéfalo que rige nuestra sociedad.