—Qué mal —dijo Aline, cruzando sus brazos y mirando a cada uno sucesivamente—. Ayer hicieron llorar a Helen, así que van a comer frittata, la cual, por cierto, está malditamente deliciosa, y les va a gustar. Es lo que hay de desayuno y ya que no soy Helen, no me importa si se mueren de hambre o comen Cheetos para cada comida. Helen y yo tenemos un montón de trabajo que hacer, la Clave no nos ha dado un descanso, todo lo que ella quiere es estar con ustedes y no la van a hacer llorar de nuevo. ¿Entendido?