Los seres humanos somos animales sociales: todos queremos por igual gustar y ser respetados por allegados y extraños. En el pasado, ser expulsado del grupo social suponía un peligro crítico para cualquier individuo, y el miedo a la exclusión social perdura aún en el hombre moderno. Los demás, sus opiniones, conductas y apariencia siguen siendo algunos de los estímulos más importantes que procesamos y una de las mayores influencias sobre nuestros propios pensamientos, motivaciones y comportamientos. Por mucho que nos consideremos individuos libres, en este mundo tan exigente y tan saturado de información lo cierto es que nos fijamos más que nunca en los demás en busca de orientación. Por eso los publicistas lo tienen tan fácil a la hora de apelar a nuestras necesidades de inclusión y aceptación social.