Poesía: Sobrevivir, El sentido de la lucha, La búsqueda de la felicidad, Renacimiento

Primero, el sufrimiento

El universo grita. El hormigón acusa la violencia con la que fue fraguado como muro. El hormigón grita. La hierba gimotea bajo los dientes del animal. ¿Y el hombre? ¿Qué diremos del hombre?

Se podría pensar en adoptar una estrategia a lo Pessoa: encontrar un trabajito, no publicar nada, esperar apaciblemente la propia muerte.

Unas manos femeninas serían inútiles. Pero siempre son deseadas, pese a todo.

además, ¿por qué mi mirada espanta a las mujeres? ¿La juzgan implorante, fanática, colérica o perversa? No lo sé, probablemente no lo sabré nunca, pero eso constituye la desgracia de mi vida

noche en la ciudad,

La lenta inmensidad,

La visión crudísima

Se destaca en el cielo

De una forma que se mueve

Que palpita, que es roja.

Al servicio de la sangre,

De las fobias inconscientes,

De los desamores crueles

De los destellos de realidad;

Todo eso, ¿para qué?

n una consigna,

De verdad que es curioso ver vivir a los demás,

Contemplar la vida como quien lee un libro

Y haber olvidado hasta el sabor de la nostalgia.

mo una gangrena;

El dinero se vuelve la única idea, la única ley,

Entre seres humanos distintos cada vez

Me lo sé de memoria, este metro elevado;

Transcurren días enteros sin que pueda ni hablar.

Entre los edificios y la publicidad

Vivimos un momento de absoluta verdad:

Sí, el mundo esta ahí, y es tal como parece.

No os adhiráis a ninguna idea. O bien hacedlo, y después traicionadla enseguida. Ninguna adhesión teórica debe reteneros por mucho tiempo. La militancia hace feliz, y vosotros no tenéis que ser felices.