A la memoria de mi madre : Muchas veces me pediste un libro de recuerdos; muchas veces intenté comenzarlo, pero la emoción me detenía. Hubo que esperar la obra del tiempo. Tú ya no leerás estas páginas. Tampoco aquellos amigos de la fervorosa juventud que han ido cayendo uno tras otro. Me aflige pensar que mis confesiones se entregan “a las multitudes desconocidas”. Escribo para ti. Rehúyo cuanto puedo de los extremos de la pasión y la falsedad, aun cuando esta historia —como todas— parezca al pronto algo sollamada leyenda.